miércoles, 3 de agosto de 2016

Mi querido 23.

Desde que somos pequeños, siempre en cada sitio vemos anunciados aquellos días del año que deben ser marcados como especiales y absolutamente perfectos. Entre ellos está el día de tu cumpleaños; ese es el día en el que, desde que tu cabeza tiene uso de razón, todas las personas que crean tu universo se reúnen o están presentes de una manera u otra para desearte que ha llegado un nuevo año, que es momento de crecer. Pasan los años y poco a poco te vas dando cuenta que la vida va aparatando a muchas de esas personas que estaban sentadas contigo soplando las velas; los amigos de la infancia van tomando caminos diferentes, aquellas mágicas personas que siempre te hicieron sonreír viajan hacia lugares mejores, donde nunca más podrás verlos y sólo podrás sentir su ausencia en días tan señalados, y en días que incluso andando por la calle, al escuchar una canción, sientes que tu corazón se encoge anhelando tener un abrazo que ya partieron, que ya nos dijeron adiós.

Cuando las velas se han soplado y todos los globos desaparecen, parece que la magia se ha extinguido. La fiesta ha acabado, y es momento de empezar de nuevo. Es como si pararas durante un día entero; como si ese día fueras el rey del mundo cuando eres pequeño. Y la cruda realidad es que, cuando creces, ninguna persona del transporte público va a saber que es tu cumpleaños y te va a tratar con ese corazón y esa mano de amor. Sin embargo, siempre existen los pequeños deseos que se hacen a las velas, el humo se lleva esos sueños hasta universos desconocidos donde, de vez en cuando, pueden aparecer y nunca sabes muy bien dónde... Pero qué hacer cuando realmente ese día que debería ser el más maravilloso del año no quieres que pase, no quieres que suceda por miedo a que pueda traer algo no tan bueno. Si pudiera parar el tiempo, podría estar eternamente en estos 23.

23, qué maravillo número. Siempre confié en el poder de este número y no he podido estar más orgulloso de haberte conocido; sin duda he aprendido que no es el día de tu cumpleaños el que hace que crezcas, es el día en el que te miras en el espejo y decides que debes soñar por precisamente, aquello que más querías cuando soplabas las velas y todavía no podías articular palabra comprensible alguna. Retomar y luchar aquellos sueños de verano en ese triciclo a toda velocidad, escondido en las noches de verano encima de cualquier árbol mirando a las estrellas y soñando con escapar hacia todos los mundos lejanos. Las noches de silencio donde cerraba los ojos y deseaba con todas mis fuerzas poder escapar hacia esa tierra de sueños y aventuras donde siempre sería el niño que no iba a crecer.

Y he crecido, mira si he crecido que creo que he vuelto a nacer. Sigo en el empeño de encontrar el misterio, de encontrar la magia en cada día de mi vida, buscar aquellos pequeños secretos de la vida que todavía me quedan, y seguir viendo cada día la vida como una oportunidad de conquistar mundos cada vez más lejanos. Nunca es suficiente, nunca estaré lo suficiente cerca de poder alzar la voz y poder decir al mundo lo sumamente vivo que estoy, las ganas que tengo de un nuevo día y las ganas que tengo de ver dentro de mi pequeño mundo un mundo de color, una alegría inmensa que me lleve tan lejos como las notas musicales quee stán sonando en esta habitación. Poder gritar al viento que soy libre, que lo he conseguido, que he sido totalmente yo.  No va a haber cribas, no va a haber excusas, es momento de brillar. De brillar por dentro y por fuera, poder decir al mundo que todavía tengo que soñar, que todavía tengo que conquistar esos horizontes y esos mundos, voy lento pero lo conseguiré, lo bueno se hace esperar y yo de momento sé que no he disfutado de todos lo bueno que esta vida me depara.

Gr Aquí estoy, en París, sumergido en la oscuridad de una noche que no me deja de repetir lo mucho que me gustaría ahora mismo un abrazo de los que  no están conmigo, uuna tarta con todos aquellos que me esperan en el sitio de mi recreo y unas ganas de volver a estar encima de esa montaña de sueños. Cuánto frío siento ahora mismo y cuánto calor puedo llegar a iamgianr, esta noche dormiré pensando que no quiero que este año se acabe, quiero seguir a la espera de estos sueños y quiero que nunca falte la música ni las ganas de bailar. Espero que todo siga girando, espero marearme y caerme y poder mirar el Sol y también la Luna, sentado en cualquier universo perdido sabiendo que siempre podré volver allí, donde mi corazón siempre va a estar.

23, gracias por tanto.


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Amélie no tenia un hombre en su vida, lo habían intentado pero el resultado nunca había estado a la altura de sus expectativas. En cambio, cultiva el gusto por los pequeños placeres... Hundir la mano en un saco de legumbres, partir el caramelo quemado de la Crema Catalana con la cucharilla y hacer rebotar las piedras en el canal Saint Marthin.

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