martes, 5 de abril de 2011
Si quieres, bailamos.
Es creer que la vida dura lo que dure la función. Es sentir que todo es perfecto cuanto estás ahí subido enseñándole al público lo que más te gusta hacer en este mundo. Es sentir que no importa nada en ese momento, sólo sentirte libre. Sentir como la música se funde en cada movimiento que haces, en cada paso que das, en cada respiración que tomas, eres libre. Eres tú y no hay quién te pueda parar, porque es tu momento, un momento único que compartes con el público, un momento por el que luchas a diario y por el que sueñas todas las noches.
Es el ritual de maquillarse y vestirse antes de cada actuación y ese cosquilleo, ese cosquilleo que te hace sentirte nervioso y en éxtasis a la vez. Cuando quedan cinco minutos para que empieze la función y lo notas, notas como tu cuerpo cambia, sientes como si se transformase para hacer lo que más te gusta hacer, bailar.
Por eso creo que sigo luchando por conseguir mi sueño, por ese cosquilleo. Un cosquilleo que creo que pasen los años que pasen voy a seguir notando antes de cada actuación y lo bien que me voy a sentir cada vez que pise un escenario, sea grade o pequeño, aquí o en Moscú, da igual. Lo importante es bailar y enamorarte de ese momento, enamorarte de la danza.
Por eso creo que seguiré partiéndome las piernas día a día y seguiré cargando con todos los dolores de mi cuerpo, para poder seguir sintiendo esa sensación, esa sensación que me hace sentirme la persona más feliz del mundo y esa sensación que si durase toda la vida, para mí no existirían problemas en el mundo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Nunca hay suficiente tiempo, nunca es suficiente...
No hay comentarios:
Publicar un comentario