Buscas en mi aquello que ya no existe, lo que se transformó por las lecciones que me dieron la vida y el tiempo, convirtiendo hoy todo en una melodía profunda e inmensa de reproches que nos inunda los oídos y el corazón.
Derivamos por historias del pasado, para dar razones que nos permitan entender que sólo buscamos coser los retales de los recuerdos que el tiempo descosió; esos hilos han volado con el viento, tan lejos, como nuestro ego. El ego que nos consume y nos cierne a nuestra incapacidad de hacernos ver, que no hay más.
Nuafragamos e intentamos remar sin salvavidas, porque ambos sabemos que el faro que nos alumbra no lo hace con la luz adecuada, aunque durante mucho tiempo, pensásemos que sí lo era; nos centramos a nadar a contracorriente entre reproches sin querer parar a pensar en aquello que creó la erosión, la misma que provoca que hoy todo se derrumbe ante nosotros, mientras intentamos buscar una última esperanza, sin que podamos ver que hay mucho más allá, mientras nos ahogamos en solitario y nos negamos a pedir una mano para poder nadar juntos hasta la orilla.
Y luego llega el silencio y el profundo vacío. Tic-tac, tic-tac, tic-tac… La sensación de abismo que se crea en el universo de mi pecho, mientras vuelvo a preguntarme por qué será tan difícil vivir en paz; sin alegría ni pena, simplemente en paz…
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