Última noche aquí sentado, en el sofá de casa mientras respiro el calor del hogar y veo a mis padres felices tras un día de retiro en el sitio de mi recreo. Y esta sensación de felicidad, que me hace darme cuenta de las cosas que realmente merecen la pena en esta vida. De lo realmente fácil que es ser feliz.
Sólo me basta una sonrisa de mi madre o una de esas largas conversaciones psicoanalíticas de mi padre dónde consigue hacer que saque todo lo malo que llevo dentro sin apenas preguntar. Los momentos caseros con mis hermanos y bailar como unos locos en las discotecas de esta ciudad dejando claro quiénes somos.
Volver a sentirme un niño saboreando cada rincón que me vió crecer. Disfrutar de la sabiduría de mis abuelos escuchándolos hablar de "aquellos tiempos" y sentir ese amor tan puro que sólo ellos pueden darme. Esos paseos por las calles que me vieron crecer junto a mi compañero perruno favorito. Los momentos con mis amigas, a las cuales adoro pese a las pequeñas disputas. Y un sinfín de momentos que me hacen sentirme en estado de perfección.
Y así estoy ahora mismo, feliz y sin ganas de volver a Madrid por la nostalgia que me queda al volver y saber que echaré de menos todos estos ingredientes que me hacen tan feliz. Pero en el fondo, sé que es momento de luchar por mí y por mis sueños. Y sobre todo por ellos, para demostrarles y agradecerles que siempre hayan creído en mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario