Despacio, dirigirme despacio al hogar. Tranquilo, cuidadoso, sin miedo. Andar
escuchando cada paso resonar en las calles mientras los primeros rallos de Sol
acarician mi piel, encender un cigarrillo y disfrutar de su sabor. Mirar al
cielo y pensar si estarás soñando conmigo, si esta noche habrás mirado el móvil
dos o tres veces esperando una señal mía.
Cierro los ojos
por unos instantes, siento el frescor de la mañana, los primeros rallos de Sol
tocan mi piel, me siento agusto, me siento en paz. Camino sin parar, la gente
me mira extrañada por ir a contracorriente y con cara de sueño. Me da igual,
estoy pensando en ti. Sigo mi rumbo,
sin dejar de mirar al frente y sin dejar de sonreír, unas cuantas cervezas de
más me han hecho sentir aquí. Llego dónde esperaba, llego a casa dispuesto a
soñar mientras el resto del mundo está amaneciendo. Me miro en el espejo y
suelto una carcajada. Abro la puerta, intentando mantener el equilibrio me
desvisto y me deslizo entre mis sábanas, apoyo la cabeza en la almohada e
imagino que tú estás aquí a mi lado abrazándome en mi cama. Parto de este
mundo, es momento de soñar, qué estado tan perfecto, qué tranquilidad...
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