El chico de los ojos tristes ha dado un paso en falso y le ha vuelto a costar aprender lo que es querer. Cuando se queda sólo, en su cuarto, comienza a escuchar su respiración y nota como cada día va más despacio, cuánto le cuesta respirar de manera normal porque siente un presión en el pecho tan grande que siente que se ahoga. Sobre todo cuando está en ese lugar, en ese horrible espacio en el planeta Tierra donde todas aquellas trágicas y terribles experiencias sucedieron.Y se sienta melancólico, a pensar en cuántas cosas han sucedido desde que decidió abandonar; desde que ha decidido que el mundo no puede ser un espacio tan pequeño, tiene que haber algo más, algo más lejano que esté fuera de los límites de tanta hipocresía y tanta vulgaridad.Aterriza en su mente la idea de querer escapar de todo de nuevo y se ahoga aún más pensando que por el momento todo tiene que estar tranquilo, no puede escapar hasta dentro de un tiempo y todo empieza a dar vueltas, porque es triste ver que nada de lo se consigue a veces perdura; a veces los mejores paraísos son sólo aquellos duran un Verano.
A veces es difícil mirar esos momentos con cariño, porque el apego tan fuerte que nos producen puede llegar a quemarnos por dentro. Sin duda una habitación tan pequeña nunca había sido tan inmensa, nunca había experimentado la sensación de pasar el tiempo en años luz, necesita escapar de todo. Volveremos a escapar y aunque no tengamos tiempo, volveremos a ver aquellos amaneceres, escuchará la música que tanto le hizo recordar, volverá a sentirse libre y fresco, igual de incomprendido pero comprendiendo que la mayoría de los seres sólo necesitan encontrar en él un poco de alegría, algo de vitalidad ajena a ese mundo triste que cada día está más aflorado.
Porque a veces esos pequeños mundos, los mundos lejanos, crean constelaciones dentro de nosotros que son imposibles de olvidar.
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