Miro cada objeto de esta habitación y cuento la cantidad de moléculas del espacio, me divierto y entretengo en esta dulce brisa de papel, pensando que hoy es un pasado lejos del ayer. Me levanto para mirar, para lanzarme al aire y buscar dentro del cielo espacio donde poder respirar. Tengo que empezar a comportarme; a cuidarme la cabeza y dejar de pensar con el corazón, como cuando tú me abrazabas. A veces podría, podría pasar todo el día pensando en que me encantaría deslizarme un sólo segundo por el espacio. A veces me escapo, estando tan rodeado de gente, y sí, a veces puedo llegar más lejos si subo el volumen de la música, incluso más lejos de este tiempo que compro en cigarros, que pierdo en salud y pierdo en canciones.
Y entonces, vuelvo a subir la música, mucho más alto y comienzo a bailar, porque ellos no saben lo que es estar encima del espacio, lo que es bailar en el espacio y empezar a recordar, desde ahí que no soy nada de lo que habían comprado. Que no valgo diamantes, sólo recuerdos. Que me gusta recordarme cada día más feliz que el anterior, que disfruto viendo el futuro enamorado de ti, de cada una de nuestras canciones. Es así, yo no tengo más que dar a aquellos que son incapaces de ver más allá de mi propio camino, que se pierde y a la vez se acerca, que me hace brillar y bailar encima de las caras de aburridos esperando un tren, podría escaparme todos los días y pensar en pasear las calles de aquella ciudad.
Hoy ha vuelta esa melodía en mi cabeza, esa que me costaba escuchar. Sí, probablemente la canción de la despedida, pero no voy a empezar a pelear por aquello que ya está perdido, yo estoy en un nuevo espacio y ha empezado mi viaje, sí, me gusta jugar a empezar a jugar.
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