-Y... ¿Entonces qué pasó?
-Pues en ese momento me pasó la enfermedad del beso.
-¿De verdad? Pero me han dicho que esa enfermedad es super contagiosa, que las personas que la sufren tienen que estar aislados del resto para que no se transmita de unas personas y otras. Que tiene unos síntomas malísimos, que se te inflama la garganta...
-No es esa enfermedad a la que me refiero.
-¿Entonces?
-Me transfirió la enfermedad del beso. La enfermedad del amor. Porque al fin y al cabo el amor es una enfermedad, tiene todos los síntomas. No puedes parar de pensar en esa persona, como si de una enfermedad mental se tratara. Sientes cosas en el estómago cuando piensas en esa persona sin querer. Te tiemblan las piernas cuando estás a su lado. Te sientes débil cuando no está. Te pasas horas pensando en los momentos bonitos como si estuvieses en un sueño delirando. Te tiembla la voz a veces hasta el punto de quedarte sin voz cuando habláis. Te sube la temperatura corporal por lo menos a cuarenta grados centígrados cuando te besa. ¿Ves? Tiene todos los síntomas de una enfermedad.
-Y si el amor es una enfermedad. ¿Cuál es la medicación para curarla?
-Está claro. El desamor. Te duele, te irrita, te quema, te hincha, te destroza, te congestionas, e sientes el corazón partido pero notas cómo va todo va sanando... Hasta ese punto. El punto dónde te levantas y respiras. Vuelves a respirar, en ese momento ya estás curado. Hasta ese nuevo punto cuando el día menos pensado, con la persona menos pensada, en el momento pensado la enfermedad se vuelve a transmitir hasta ese maravilloso día dónde la enfermedad se vuele crónica y ese es el día en que encuentras el amor de verdad, el amor de tu vida.
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