lunes, 12 de marzo de 2012

Imprescindible, esa es la palabra.

Cuando estás sólo es cuando realmente sabes quién está contigo. En la soledad, en los peores momentos es cuando de verdad empiezas a valorar quién ha estado siempre contigo, quién ha luchado por ti desde que apareciste en su vida y quién estará siempre.

Hoy es el cumpleaños de la mujer que más quiero en este mundo. Mi madre. Supongo que para cada persona su madre será increíble, pero puedo asegurar que mi madre es distinta. No es porque sea la madre más graciosa y comprensiva del mundo, ni la más luchadora... Es por cómo me siento cuando estoy con ella. Cuando estoy con ella, paseo por las calles de Albacete aunque haga el frío más polar siento calor. Siento calor y protección en cada paso que damos, cada paso que damos juntos.

La admiro, quizá esa sea la palabra. Admiro su forma de ser con las personas y sobre todo la forma de ser que tiene con cada miembro de la familia. Su manera de escuchar y siempre tener el mejor consejo escondido bajo la manga, de sacar adelante a las personas cuando no pueden dar un paso más y sobre todo, admiro su valentía. Su forma de enfrentarse a los problemas y ser capaz de salir con una sonrisa hasta de las peores circunstancias. Su forma de gruñirme y volverme loco, pero también su forma de quererme como sé que no me quiere nadie.


Y por qué no decirlo, admiro su forma de pensar. Sus valores, su libertad de que cada uno sea lo que quiera, de respetar el mundo y buscar el bien siempre en las personas. Y podría decir millones de cosas que admiro de ella, pero prefiero darle las gracias. Darle las gracias por no dejarme caer nunca, por enseñarme que detrás del mayor túnel siempre hay luz, y que si tenemos la valentía de luchar por lo que queremos ese túnel se acabará. Porque nunca he sido el hijo perfecto, de hecho he sido más bien un hijo poco modélico a lo largo de mi vida, pero nunca ha dejado que coja el camino fácil, el camino de abandonar y ha sacrificado cualquier cosa por verme reír y por ello, siempre le estaré eternamente agradecido.

Gracias mamá, gracias por ser el ejemplo de mi vida y te pido perdón por las cosas que tuviste que rechazar por cuidarme y protegerme cuando llegué al mundo aquel cuatro de Agosto, gracias por ser el ángel que me guía y gracias por todo lo que me has enseñado y sé que seguirás enseñándome, porque nos queda muchísimo por aprender y luchar a los dos, y lo haremos juntos, porque no pienso dejar que nada nos separe nunca. Te quiero más que a mi vida mamá, feliz cumpleaños desde Madrid, si pudiese hoy te construiría con el firmamento una señal de esas que tanto nos gustan, pero sólo puedo limitarme a escribirte ésto y a mandarte el beso más enorme del mundo.

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