martes, 8 de enero de 2013

1999.


Son las siete de la mañana, esta noche ha hecho más frío que nunca. El silencio me acompaña, el eterno silencio y el olor a soledad, mezclado con todas las lágrimas que esta noche he derramado encima de esta almohada. Me duelen los ojos, no sé si es por no haber podido dormir en toda la noche, por las lágrimas o por saber que nunca más te volveré a ver, porque hoy es la noche dónde hemos tenido que hacerlo, hemos tenido que decirnos adiós.

A veces lo que más queremos no es lo que más nos conviene, y por desgracia esta noche hemos tenido que decirnos esas horribles palabras. Hemos tenido que decidir separar nuestras vidas como todo parecía planeado. Se nos acabaron las fuerzas y quizás sea mejor así. La verdad es que llevo toda la noche pensando en todos los recuerdos que nos quedaban por vivir juntos y que ya jamás viviremos. Intento hacer memoria de todos estos momentos mientras las lágrimas salen de mis ojos sin que yo pueda controlarlas, sin que yo pueda hacer nada por evitarlo. Cómo me hubiera gustado poder estar contigo esta noche, cómo me hubiera gustado poder recorrer cada milímetro de nuestros cuerpo y habernos fundido en uno, olvidando al resto y olvidando aquellas dudas que aún afloran tu mente, las dudas que nos han hecho naufragar y finalmente han conseguido hundirnos. Hundirnos como siento que me hundo en esta profunda soledad, esta soledad que esta noche me ha abrazado y me ha congelado más que nunca mientras miro tu foto y te echo de menos.

Miro tu foto con esa sonrisa y no me hago a la idea de saber que no volveré a ser quién te la cause, no me hago a la idea de saber que nunca podremos comer pasta juntos mientras la vida gira sin sentido fuera de nuestras palabras, no me hago a la idea de escuchar tumbados sin separarnos ni un segundo esas canciones que tanto nos hacían soñar, a pesar de los millones de kilómetros que separaban nuestros, no me hago a la idea de saber que no tendremos ese café que tanto soñamos, ni me invitarás a ese cigarro. Que nunca tendremos camas deshechas y que nunca más me harás soñar... Nunca más tendremos todos los momentos que deberíamos haber tenido, nunca más volveremos a soñar. Se acabaron los sueños, se acabaron las promesas y se acabó esta historia. Y lloro como lloré aquella tarde corriendo a coger aquel cercanías mientras sentía que me faltaba el aire pero algo me empujaba, me empujaba saber que estarías allí si corría y que podría compartir unos minutos de mi vida contigo que te harían reflexionar. Si pudiera, ahora correría a por ti, correría dónde tú estás y hablaríamos de todo ésto, pero no es posible y me aterra pensar que te voy a echar de menos todos los días.

Escribo ésto, escribo todas estas palabras mientras veo amanecer, sentado en este rincón y mi incógnita sigue presente, no entiendo por qué no estás aquí. Quizás fue peor las palabras que nos dijimos, y si hubieras visto mi cara tal vez te hubieras dado cuenta de que el daño que siento ahora mismo es más grande que las ganas de continuar con este amor. Porque a pesar de todo, no podemos vivir de sueños porque esta noche no he podido ni dormir. Quizá esta noche sea el reflejo de aquello que nunca tendremos, y sólo nos quede la soledad, pero es mejor así. Hubiera recorrido el mundo entero por una sonrisa tuya, hubiera hecho lo imposible por saber que tú estarías allí, esperándome con tu mejor sonrisa mientras yo corría hacia ti. Ahora imagino la escena y mis ojos cada vez lloran más. ¿Por qué no te atreviste?, ¿por qué tuviste que tener esas dudas sabiendo que yo sólo tenía ojos para ti? Ahora jamás sabré si podríamos haber sido infinitos, y no puedo sentir más. No puedo sentir más esta sensación.

Se acabaron los incendios de nieve, se acabó la música. La partida acabó y como siempre vuelvo a tener las cartas que me llevan a la derrota. Quizás el mundo gire, gire tan deprisa que haga que nos mareemos y volvamos a encontrar, quizás volvamos poder a cruzar nuestras miradas. Pero ya no habrá momentos para compartir. Olvidaremos estas palabras, aquellas promesas y esa estación de autobuses como digerimos aquella hamburguesa que tanto nos hizo temblar. Porque a veces las historias de amor más bonitas se tienen en la memoria y no el corazón, esta vez vuelvo a perder el juego y es momento de decirnos adiós. Nos decimos adiós y sólo espero que me recuerdes, no por quién fui si no por lo que intenté hacer por ti, y sólo espero que todas estas lágrimas te hagan reflexionar sobre querer, sobre tener la decisión y el valor de haber hecho lo que te hubiera gustado hacer. 

Y quizás nos echemos de menos a escondidas, lloremos por saber qué pudo ser de esta historia y maldigamos al destino por no tenernos. Pero es momento de decir adiós y sólo nos queda mirar hacia delante, olvidar todo lo que tuvimos y aprender la lección, aprender nuestra lección personal y recordar todo lo bueno que hemos vivido. Sólo espero que seas feliz y que algún día recuerdes lo feliz que conseguiste hacerme, pero también la decepción que me causaste y todas las lágrimas que estoy derramando mientras observo este paisaje amanecer. Amanece, veo que como los primeros rayos del Sol nacen, cierro los ojos e imagino que me abrazas y me susurras al oído que volvamos a empezar, abro los ojos y veo que estoy aquí.

Que estoy aquí sólo, vuelvo a estar absoluta y completamente sólo ante un mundo que vuelve a amanecer y siento como llega el momento, ese momento de volver a buscar el sentido circular de las cosas y a volver a intentar encontrar el sentido de la palabra amor. Joder, qué difícil es sentir esta maldita soledad que esta noche me abraza, me abraza porque no estás tú. Este Cadillac está más solitario que nunca y tengo que buscar gasolina para arrancar aunque no la encuentre. Porque quizás no era el momento de volver a soñar, y hay muchas clases de amor. Y este Cadillac debe de empezar un nuevo viaje, debe volver a partir. Porque ya no puedo derramar más lágrimas, me acompaña la soledad y este frío latir. Amanezco sin un solo sueño por no haber podido domír.
Observo como amanecer el mundo sólo, frío y sin ti. Respiro sintiendo mi latir, descargando todos estos sentimientos en un papel, mientras mi mente se relaja y siento el Sol nacer. El libro queda escrito, el último capítulo escribí, queda el frío en los huesos y una vida entera sólo junto a mí. Me abrazo a mí mismo, me dispongo a dormir tras esta larga noche necesito olvidar los momentos anhelados que jmás sucederá, pero comienzas nuevos suños y es momento de  volver a sentir, ahora cambio de disco, se acabó la canción, en esta fría noche dónde sólo quedo yo.

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