viernes, 2 de enero de 2015

Quizás.

A veces me llegar a asustar el poder que las fotografías pueden tener en nosotros. Siempre me gustó ver reflejados momentos en papel, poder tocarlos y observarlos para poder cerrar los ojos e intentar recordar exactamente lo que sucedió, recordar exactamente como eran el color de lo que llevaba puesto, cual era la temperatura ambiente, la colonia que usaba y tantas cosas que son difíciles de recordar con sólo cerrar los ojos. 

Cada cierto tiempo, me gusta concentrarme en esos recuerdos originados por esos instantes reflejados en papel. Me gusta hacerlo sólo y en silencio, mirando cada detalle de aquellos momentos. Entonces llega ese momento maravilloso en el que el mundo deja de existir, ese maravilloso momento donde entre lágrimas, aparece una sonrisa que me recuerda quien soy. Miro aquellas fotos  y quiero revivir esos momentos una y otra vez, me gustaría poder tenerlos. Me encantaría volver a sentir el Sol en mi piel como en aquellos veranos, me encantaría poder disfrutar de descubrir, descubrir despacio y con impaciencia qué es la vida y qué me va a deparar el futuro. Guardar esos momentos en mi mente para poder recordarlos e imaginarlos siempre, como cuando imaginaba que cualquier día Peter Pan vendría por mi ventana y volaríamos hasta Nunca Jamás, o cuando cerraba los ojos muy fuerte y abría de una manera muy dulce uno, con un gran disimulo, para comprobar si los muñecos cobraban vida y se ponían a hablar.

Ahora, han pasado los años, han pasado muchos años y la piel se me pone de gallina cada vez que recuerdo la facilidad de impresión que podía tener, la capacidad de imaginar un cuento maravilloso de cualquier situación familiar, pero quizás, de todo ello, lo que más me quema es haber perdido la ilusión acerca del amor. Normalizar y tener olvidada aquella maravillosa palabra que siempre me hacía soñar con esa persona que iba a transformar mi mundo, aquella persona que conseguiría romperme en dos con la misma facilidad de coserme. Pero sobre todo, echo de menos echar de menos esa sensación. Echar de menos que falta alguien a mi lado que, independientemente de mi maravillosa soledad, comparta conmigo sonrisas y pueda estar a la altura de  lo que es perder la cabeza por un loco como yo. Incluso estoy empezando a pensar que este texto es sólo una imagen de aquella parte de mi interior que está cansada de noches de un sólo día, de amores caducados o con fecha de caducidad, pero sobre todo, que necesita urgentemente recordarme a mí mismo aquellos sueños y aquellas imágenes que siempre quise vivir.

Quizás ya es demasiado tarde porque ya no es ni un día, no me había dado cuenta de que ya anochecido...

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Nunca hay suficiente tiempo, nunca es suficiente...

¿Te perderías en algún lugar conmigo?

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Pues date prisa en decidirlo o búscame,porque quizá si lo decides demasiado tarde ya estaré tan lejos de aquí que la nostalgia ya estará curtiendo mis heridas...

Amélie

Amélie
Amélie no tenia un hombre en su vida, lo habían intentado pero el resultado nunca había estado a la altura de sus expectativas. En cambio, cultiva el gusto por los pequeños placeres... Hundir la mano en un saco de legumbres, partir el caramelo quemado de la Crema Catalana con la cucharilla y hacer rebotar las piedras en el canal Saint Marthin.

"je vais faire l'amour avec toi"...

Más soñadores.