miércoles, 22 de julio de 2015

Crujir.

Ahora es cuando lentamente, mientras me alejo de todo esto... Admiro la oscuridad y el rencor que la misma me transmite. Desde este punto álgido, seco y frío observo como todos los pedazos de este cuerpo se disuelven en esa estela que parece que no tiene movimiento, oxígeno... Incluso parecer no tener color. Miro esa oscuridad profunda y pienso en lo profundo de todo esto y en la necesidad imperiosa de buscar una salida a todo este desborde de sentimientos que no saben haciendo donde ir.

Aquellos sentimientos que se oscurecen al volver al sentir el frío, esa sensación de volver a pensar nada valió la pena lo suficiente y que todas aquellas palabras fueron tan solo eso, palabras. Descubrir que tan sólo es posible conformarse con noches vacías y no esperar tener algo que comparti, puesto que tarde o temprano acaba desquebrajándose. Y cuando se desquebraja, llega el crujir de los sentidos y la vuelta a empezar. Vuelve a crujir la cabeza desde el subconsciente y piensan los sentimientos hasta los pies, de una manera tan rápida que es imposible explicar, mientras siento el vértigo de perder el hilo mientras me trago todas esas lágrimas que saldrían de mis ojos tan rápido como el disparo que he sentido en el pecho al ver de nuevo la oscuridad.

La oscuridad aterra y es tan incómoda que me encantaría escapar hacia ninguna parte, hacia un rincón desconocido por la humanidad, dónde poder reunirme conmigo a mismo y respirar profundamente. Poder tener la oportunidad de quererme de manera absoluta y no pensar que volveré al sitio de las noches sin luz, de las horas que se escapan mientras miro el reloj y analizó la necesidad de sentirme vivo de nuevo. Quiero escapar, rápido y sin dejar huella, me encantaría que todo esto tuviese algo más de luz...

Y vuelve a crujir en mi pecho esa sensación, vuelve la agonía y la rabia, el deshecho más asquerosos y la infidelidad a mí mismo, volver a romper, volverme a hacerme daño mientras caigo tan rápido que no puedo parar de pensar en que si vuelvo a mirar esta oscuridad una vez más, acabaré volviéndome loco...



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Amélie no tenia un hombre en su vida, lo habían intentado pero el resultado nunca había estado a la altura de sus expectativas. En cambio, cultiva el gusto por los pequeños placeres... Hundir la mano en un saco de legumbres, partir el caramelo quemado de la Crema Catalana con la cucharilla y hacer rebotar las piedras en el canal Saint Marthin.

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