Miro por la ventana y observo que no queda nada, ni alegría ni decepción con que este frío a mis espaldas. Que se cuela y no me cuida, me hace desesperar, todo esos sueños se han ido y empiezo a pensar que no volverán. Y busco un sueño de alegría, intento descansar, buscando la alegría donde deje de pensar que todo ha cambiado, que no volverá a ser igual, que este chico ha cambiado y se cansa de esperar.
Busco el amor de tener algo que contar, pero el vacío me ocupa el cuerpo y no encuentro con qué lo puedo llenar. Y llego al espacio, lejano y frío, cada vez más espacio y desesperado que me convierte en aquel rincón donde paran las cosas que nunca debieron comenzar. De alegría consumida, de sueños frente al mar. Que no existe el momento de tener un respiro, poder descansar, acurrucarme dentro de su pecho y poder asimilar que todo ha cambiado, que es tiempo de esperar. Momento de mirar hacia el infinito, lejos de este triste sofá que me consume y me hace olvidar que algún día ese vuelo planeado estará llamándome, que necesito esperar.
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