Quiero sentirme libre. Libre como un suspiro que se pierde en el aire en busca de otras corrientes para volar lejos, lejos hasta fundirme en el espacio infinito y tocar el cielo. Tocar el cielo, sentarme en una nube y respirar. Respirar el aire fresco, contar hasta diez y volver a encontrarme. Encontrarme para más tarde volver a perderme y recuperar la sensación de necesidad de abrir mis horizontes, abrir mis fronteras y olvidar todo lo que me rodeo. Olvidar estas malas vibraciones, este sin ti, estas personas tóxicas que se empeñan continuamente en teñirme la vida de negro, olvidar todos los malos momentos.
Sentirme libre, ojalá pudiese teletransportarme a la cima más alta del universo y respirar allí, respirar allí, sólo, sentado frente a un cielo que me sonríe mientras dibuja formas para mí y para todas aquellas personas que somos capaces de pasarnos las horas mirando sin tener nada en que pensar.

Sentir ese aire fresco, ese aire puro que despeina y consigue revitalizarnos, volvernos a lo que puramente somos, nosotros. Nosotros somos la causa y consecuencia de ser lo que somos y necesito encontrar ese yo que a veces se esconde en algún rincón de esta gran ciudad. Esta gran ciudad que a veces pienso que me viene aún más grande, pero ese sentimiento dura poco cuando cierro los ojos.
Cuando cierro los ojos, cuento hasta diez y recuerdo los millones de motivos por los que estoy aquí, porque pese a todo estoy aquí para cumplir la promesa que me propuse hace muchos años y que, aunque a veces se me olvide, la recuerdo con sólo pensar en las palabras de apoyo de aquellos que más quiero, que son tremendamente proporcionales a aquellas que se empeñan en teñir mi pequeño mundo a gris, aunque consiga evitarlos y levantarme cada mañana con una sonrisa que dure y dure menos hace que algunas personas sonrían simultáneamente a mí y eso sí que es verdaderamente importante.
Porque pese a todo, sigo aquí. Pese a lo malo, lo bueno y a esta cabeza aquí sigo luchando por mis sueños, por mí y por un mundo mejor, aunque hoy por hoy necesite un respiro, porque esta noche me encantaría poder subir a esa Luna, sentarme en ella y poder dormir contando estrellas hasta ver al Sol turnarse a la Luna y oír al mundo amanecer desde ahí arriba. Pero no puede ser, estoy aquí, en mi 227 escuchando mis pensamientos y escuchando lo que siento, que aunque no sepa muy bien lo que es, sé que el sentido circular pronto me devolverá aquellas esperanzas y la suerte me sonreirá, mientras tanto seguiré en esta noche fría imaginando millones de formas de escaparme por esa ventana y poder volar, volar hasta respirar el aire más puro que nunca mis pulmones hayan podido imaginar.
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