martes, 6 de septiembre de 2011
La noche y el día.
Odio mi letra. Me parece absolutamente antiestética. Es mdemasiado grande, distorsionada y a veces no se entiende ni lo que escribo. Aún así, me encanta escribir. Me encanta sentarme a escribir todos mis sentimientos y pensamientos en papel, lo utilizo como terapia y mi pequeño rincón forma parte de esa terapia.
A pesar de mi mala letra, sigo escribiendo todo en papeles y en cartas. Cartas que la mayoría de las veces no llega a su destino por contener demasiados sentimientos escritos. La gente dice que soy un hombre de palabras, que sé dar consejos y escuchar, yo pienso que eso es mentira. Me gusta escuchar a la gente desde mi dolor, interiorizo las cosas que me dicen y quizá por ello salgan las palabras más agradables para aquellos que necesitan mi ayuda, porque aprender de los errores básico. Me tomo quizá a veces demasiado tiempo analizando qué hice mal y por el contrario las cosas que hago bien no me las recuerdo. ¿Autoexigente? Mucho, diría que demasiado.
Aún así, sigo siendo un desastre. Casi siempre llego tarde a los sitios, me gusta dormir hasta que las sábanas de mi cama me expulsan a gritos y tomo demasiado café. Me anima, me hace sentir bien. Suelo llorar las tardes de Domingo viendo películas, sobre todo cuando llueve. Y me encanta quedarme horas infinitas observando el mar mientras dejo la mente en blanco, le doy demasiadas vueltas a las cosas y escuchar el mar me hace sentir bien, me hace sentir en contacto con la naturaleza y me obliga a no pensar.
Y cuando menos creo que necesito ayuda es cuando más la necesito y eso me hace daño y a veces cuando escribo, sólo escribo para hacerme a mí mismo sonreír.
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Nunca hay suficiente tiempo, nunca es suficiente...
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