Por las noches me gusta inventar esa dulce
historia, esa dulce historia dónde duermes conmigo. Me gusta pasear por los
recuerdos que nunca hemos tenido y siempre hago una parada enfrente del mar, de
mi mar de dudas. Ese mar de dudas que navego en mi barco insomnio mientras la
Luna me observa y el frío recorre las calles mientras. Y, a pesar de todo,
te invento todas las noches y nos imagino lejos, nunca se sabe dónde
podemos acabar.
Imagino que
tomamos café, que me invitas a ese cigarro. Nos asomamos al balcón y nos
besamos, nos tiramos al vacío y reímos sin parar, volvemos a comer una
hamburguesa en un desastre monumental, mientras Incendios de nieve pone banda
sonora a nuestra historia personal, miro tus ojos y me gusta imaginar que me
deslizo por tu cuerpo y me haces temblar.
Porque me gusta
imaginar los recuerdos que tuvimos, los que podríamos tener y me encanta
imaginarnos perdidos por el mundo sin saber por qué. Recorrer el mundo a su
lado, despertar cada mañana y contar el tiempo en latidos, mientras poco a poco
la vida nos demuestra que a pesar de la distancia, la música y este sentimiento siempre nos mantendrá unidos.
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