A veces en la vida
vemos caminos que parecen ser los adecuados. Los seguimos, los seguimos
creyendo ser conscientes de lo bueno que nos hacen y la alegría que nos da
pisarlos. En realidad, hay algo en nuestro cuerpo que nos dice que no es el
camino correcto y, aunque tropecemos una y otra vez con las piedras que hay en
el camino y no nos guste la temperatura y las condiciones que existen en él,
existe algo que nos empuja a seguir caminando sin mirar al exterior, fieles a
nosotros mismos seguimos hacia delante sin mirar y sin hacer caso a las
indicaciones que nos quieren llevar hacia el buen punto de partida. Pero, de
repente y sin avisar, comienza la tormenta.
Comienza esa tormenta
que nos hace sentirnos solitarios y fríos, que nos hace perder el control de
nuestro cuerpo y nos desorienta sin saber muy bien si deberíamos seguir hacia
delante y, entonces, empezamos a preguntar por qué. Por qué cogimos ese camino,
por qué a veces nos empeñamos en continuar algo que no tiene un final, sólo un
principio y, sobre todo, por qué nos sentimos así, con ese vacío en el pecho y
con la necesidad de explotar. La necesidad de gritar a los cuatro vientos lo
perdidos que estamos, lo que necesitamos en ese momento una mano ayuda que nos
ayude.
No todos nos
recuperamos de la misma forma de haber perdido el mapa de nuestro camino.
Algunos, necesitan volver al principio para volver a sentir que andan hacia el
bien y poder curar sus heridas sus heridas. Otros, en cambio, se arman de valor
y dejan atrás esasensación en el pecho que tanto les oprime y esa sensación de
desesperación que les acompaña para así poder continuar hacia delante,
aceptando su equivocación, hasta encontrar el camino de lo correcto, de lo que
no nos lleva hacia el dolor. Pero, ¿quién nos dice que ese camino es el
correcto, que no nos hará sufrir? Nadie nos lo dice, nadie nace con un mapa y
sólo podemos basarnos de nuestra intuición. Por ese motivo, es necesario tener
a alguien, alguna mano en el camino que te sepa guiar y te recoja cuándo
necesitas que alguien te cubra del frío y te seque las lágrimas para que puedas
volver a empezar o continuar. Y quizás por ello, el verdadero y único camino
sea creer en uno mismo, y confiar en los que siempre son capaces hacerte reír
hasta llorar y llorar hasta reír.
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