Qué difícil es quedarse aquí, parado y
mirando. Qué difícil es mirar a través de los demás, intentar tratar de sentir
lo que sienten y ser capaz de comprenderlos, de ayudarlos, de quererlos. Nos
pasan tantas cosas a lo largo del día que a veces siento como si mi mente no
fuera capaz de recopilar toda es información y procesarla para hacer algo
coherente con toda ella. A lo largo del día millones de letras se enlazan entre
sí para crear letras, esas letras unen círculos imaginarios e impulsivos entre
sí para crear frases, frases que emite con mi voz en un tono relativo a las
circunstancias que me rodean. Todas esas frases se relacionan entre sí y, junto
a los demás, creamos conversaciones. Conversaciones que la mayoría no tienen
ningún sentido, ninguna emoción directa, y aún así, las tenemos. Nunca
comprendí a aquellas personas que hablan, que no paran de hablar ni un segundo,
como si cada instante de su vida fuera necesario reflejarlo en palabras. Las
palabras tienen demasiado importancia, y nosotros no nos damos ni cuenta.
Quizás sea porque desde pequeños, desde que pisamos este universo, uno de los
objetivos principales de nuestra vida es aprender a hablar, sea el idioma que
sea. Y los padres suelen dar esbozos de felicidad al escuchar a sus pequeños
emitir sus primeros sonidos, pero... ¿Realmente valoramos lo que tenemos?
A veces me pregunto dónde van todas
aquellas frases que nunca decimos. Aquellas que callamos por miedo o por no
hacer daño a los demás. Me gustaría inventar un planeta de palabras perdidas,
de frases que nunca llegaron a ser. Todo el mundo podría ir a ese mundo, a ese
pequeño mundo, y recordar aquella frase que no dijo cuándo, siendo muy pequeño,
guardaba al estar enamorado de esa persona de su clase. Aquellas palabras que
nunca dijo teniendo delante a una persona que no podía soportar, pero por
normas morales no dijo. Podría recordar aquello que siempre quiso decirle a
aquella persona querida falleció... Podríamos hacer tantas cosas, tantos
sentimientos podrían revivir. Me encantaría que todas las personas reviviesen
esos sentimientos mediante las palabras.
Palabras, cuántas palabras hemos invertido
y qué pocas realmente han sido lo suficientemente necesarias. Cuánto dolor,
cuánto dolor tenemos que soportar los seres humanos cuando nos paramos delante
de un mundo que gira fuera de nosotros y no sabemos muy bien qué decir, cómo
explicar ese sentimiento que tanto nos pesa en nuestro pecho. Cuánto cuesta
llorar y explicar todo aquello que un día tanto dolió. Pero es necesario, es
necesario recordar el valor de una palabra, porque quizás el valor de las palabras
lo da lo que decimos, si no el valor que representa esa palabra en lo que
sentimos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario