lunes, 2 de septiembre de 2013

No se está tan mal.

Es extraña la sensación de estar esperando el futuro sin saber muy bien qué estás esperando. Los colores del Verano, lentamente, se están apagando y la luz matinal entra de una forma casi exacta a la velocidad precisa y sin necesidad de tener nada especial. Como cada mañana, esa luz entra por la ventana, pero cada vez de una forma más suave y tenue, anunciando el final de los colores, de los pantalones cortos y la alegría. De las noches en la calle y las sonrisas de madrugada. Empieza otra nueva etapa que se hace esperar, se hace esperar como los regalos de Navidad para los niños pequeños, se hace esperar y querer de una forma tan mística y tan querida que, incluso, llega a asustar.

Escucho susurras mi cabeza entre esta atmósfera más fresca, esa atmósfera que representa el trance, la época de transición entre el calor y el momento del frío, de la oscuridad. Ese trance de luces tenues y colores suaves dónde mi cabeza se pierde mientras piensa en aquellas cosas que esperan después del mismo, sin saber muy bien si tengo de empezar a sentir el frío de la gran ciudad, de los sueños y esperanzas que albergan en aquella maravillosa ciudad y sus calles. Aún así, la tranquilidad y el amor de este sitio que me acoge desde que nací, hace que mi cabeza entre en un dualismo de querer y poder, de dualidad absurda y completamente coherente mientras miro esa luz que se aleja lentamente, mientras veo como los rayos de Sol tocan mi piel cada vez menos, cada vez más lejos, cada vez más despacio..

No sé qué me espera en el futuro y he de reconocer que me asusta pensar lo que puede ser y lo que espero que sea, pero quiero sólo quiero disfrutar de este momento de felicidad que acabará, como acabará este maravilloso y crudo Verano dónde ha predominado la superación personal y, por qué no decirlo, el conocerme a mí mismo. Y quizás, sólo me apetece quedarme aquí, mirando este mundo tan enorme y tan pequeño a la vez, mientras miro este amanecer y siento que, lo que tenga que ser, vendrá. Me apetece este rincón y me apetece disfrutar de la suave brisa que hoy respiro... 


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Pues date prisa en decidirlo o búscame,porque quizá si lo decides demasiado tarde ya estaré tan lejos de aquí que la nostalgia ya estará curtiendo mis heridas...

Amélie

Amélie
Amélie no tenia un hombre en su vida, lo habían intentado pero el resultado nunca había estado a la altura de sus expectativas. En cambio, cultiva el gusto por los pequeños placeres... Hundir la mano en un saco de legumbres, partir el caramelo quemado de la Crema Catalana con la cucharilla y hacer rebotar las piedras en el canal Saint Marthin.

"je vais faire l'amour avec toi"...

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