miércoles, 4 de septiembre de 2013

Se va.

Llega un momento en que las noches se respiran más frías. Las noches comienzan a pasar por la transición de ir cada vez más abrigado, estar más preocupado por saber que esa noche el frío ha hecho aparición. Sin que nos podamos dar cuenta, y como suele ser natural en la vida, las cosas van cambiando poco a poco. Lentamente aquellas maravillosas cosas que hacen perfecto el Verano van desapareciendo. Desaparecen lenta y como si de un ladrón se tratase, se lleva todos los buenos momentos que hemos vivido, se lleva todas aquellas sensaciones que hemos experimentado, aquellos paisajes que hemos presenciado junto al mar y aquellas noches de insomnio, dejándonos, únicamente, los recuerdos. Los recuerdos de aquellos maravilloso momentos donde hemos sido felices y eternamente jóvenes.

Aquellos momentos que han aparecido como por arte de magia, juntando la felicidad y la juventud con las ganas de vivir, de soñar despierto en cada momento, al ritmo de las canciones que suenan en nuestro interior y los amaneceres cálidos que el Verano nos regala. El problema de los regalos es cuando tienen fecha de caducidad, cuando intentas alargar esa fecha y sabes que, tarde o temprano llegará, haciendo llegar a nuestra mente un huracán que transformará todas esas alegrías en recuerdos. Recuerdos alegres que dolerán cuando esperemos el autobús sintiéndonos en la Antártida, cuando miremos al cielo buscando ese Sol que ya no está, que parece ocupado en millones de cosas menos en hacernos sonreír, porque parece que ya nos ha hecho sonreír bastante. Comenzamos, sin saber muy bien como hacerlo, como cuando nacemos.


Quizás volver a la normalidad sea volver a nacer, empezar de nuevo. La vida, siempre nos da la oportunidad de retomar nuevos amaneceres, pero distintos. Nos da la oportunidad de mirar por la ventana y sentir el frío helando nuestra piel, porque necesitamos sentir también ese frío, el calor que sólo es posible sentir cuando imaginas historias con un libro en la cama mientras cubres tu cuerpo con una sábana como manera de evadir la realidad. Recordar textos del Romanticismo mientras llega el Otoño y la lejana sensación de sentir que ese Sol se va, despacio, muy despacio. Mientras vuelve a llegar los olores, los momentos y los recuerdos de todo aquello que nos volvería volver a sentir. Porque quizás no es el Verano lo que se despide, si no una parte de nuestra vida que nos permite cambiar, evolucionar, volver a sentir aquellas pequeñas cosas y detalles que habíamos olvidado, como un café caliente y ver el mundo frágil, reflejado en las hojas de los árboles caer para recordarnos que aunque caigamos y por muy oscuro que se ponga todo, más o más temprano, vuelve a salir el Sol y las tormentas se acaban, el frío se va, disfrutamos del calor y volvemos a empezar un día más, mirando el Sol nacer. Aunque, lo malo de los rayos de Sol, es que son tan efímeros como los momentos que vivimos mientras duran...

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Amélie

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Amélie no tenia un hombre en su vida, lo habían intentado pero el resultado nunca había estado a la altura de sus expectativas. En cambio, cultiva el gusto por los pequeños placeres... Hundir la mano en un saco de legumbres, partir el caramelo quemado de la Crema Catalana con la cucharilla y hacer rebotar las piedras en el canal Saint Marthin.

"je vais faire l'amour avec toi"...

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