martes, 12 de abril de 2016

Cruzados.


Los días de calor y humo habían desaparecido en la gran ciudad; era el momento de volver a coger los paraguas y abrigarse del frío. Conseguir coger todos esos rincones apacibles de calor que tan confortantes y reconfortantes son para el cuerpo, incluyendo por supuesto, el corazón. Un corazón medio desquebrajado por tantos golpes, una mirada perdida y una incertidumbre más grande que cualquier abismo que puede existir en la galaxia. Tan inmensa era la galaxia como las ganas de volver a sentir unos minutos de paz al lado de alguna persona; el lugar placentero donde no hay momento para la tristeza, donde es el punto exacto de poder equilibrar cada sentido, cada órgano y cada microorganismo corporal en un punto del espacio donde exista la situación cómoda.

La palabra comodidad es tan difícil... A veces me pregunto si realmente en algún momento de nuestra vida la sensación de comodidad es verdadera. No creo, en absoluto, que cuando sentimos que todo está bien lo esté de una manera clara, realmente pienso que debemos para a pensar, a sentarnos durante cinco minutos y reflexionar si todo lo que está sucediendo a nuestro alrededor es simplemente cómodo, o simplemente aburrido. Me planteo si debería seguir aquí; cómodo. Me planteo si mi necesidad de explorar horizontes ha llegado a su fin, aquellos días de adolescente soñador con la mirada perdida en un horizonte por conquistar, con ganas impetuosas de querer conquistar cada rincón de este planeta, haciendo crecer mi pequeño mundo y poder compartirlo así con los demás. Superando todo, rompiendo barreras físicas y humanas que me hagan crecer, tener una necesidad de mirar a la ventana y no verlo todo claro, querer aspirar a los días de incertidumbre.

Esos días pasaron, ya no soy adolescente. Ya no tengo aquellos miedos ni aquellas alegrías que tanto me hacían temblar, pero tengo otras calidad y cantidades de ambas sensaciones. La calidad de las emociones cada día que pasan, me parecen más aburridas y por ello siento que debería volver a explotar. Mi condición humana nunca me permitió estar tan tranquilo, tan poco deseado por el abismo y creo que debería volver a romper con todo. Volver a mirar y creer que existe algo más bonito y peligroso que todo esto. Quizás es el momento de volver a abarcar esos mundos, de volver a pasar frío y no querer quemarme más bajo la luz del Sol. Quizás este fragmento sea sólo un suspiro en un camino que tengo que volver a andar, una aventura que está a punto de empezar y todavía no lo sé, creo que todo este universo me ha sido regalado para que lo conozca, para poder reír cuando recuerde los malos que he pasado, creo que es necesario que vuelva a sentir incertidumbre, aquí se está demasiado bien. 

Creo que es momento de volver a comenzar...


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Amélie

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Amélie no tenia un hombre en su vida, lo habían intentado pero el resultado nunca había estado a la altura de sus expectativas. En cambio, cultiva el gusto por los pequeños placeres... Hundir la mano en un saco de legumbres, partir el caramelo quemado de la Crema Catalana con la cucharilla y hacer rebotar las piedras en el canal Saint Marthin.

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