Una vez escuché que hay caminos de la vida que se cierran una vez lo has cruzado. El paso del tiempo a veces nos obliga a coger caminos insospechados que nunca pensamos que podría observar, lo bonito de esos caminos es que nunca sabes donde pueden llevar y esos nos asusta. Nos da miedo pensar que hay algo más bonito que lo que conocemos, porque en el conocimiento a veces está el gusto. Sin embargo, es nuestro deber arriesgarnos a abandonar ese placer, ese confort. Tenemos que estar preparados para recibir las señales que nos lleven lejos de ese confort para poder experimentar el estar absolutamente desconcertados para poder concentrarnos en lo que realmente importante.
Dentro de dos semanas mi vida cambiará absolutamente; escucharé otras voces, despertaré con otros olores y sobre todo, experimentaré sensaciones nuevas o ya conocidas que han quedado enterradas. Allí, en París, en la gran ciudad del amor. Lo que no sabe esa gran ciudad es que el amor ya lo he encontrado en este Madrid. Pero estoy deseando, a pesar del miedo, estar absolutamente desconcertado y empezar a echar de menos. A escribir de nuevo en mi pequeño libro de la vida historias que contar, historias que hagan de mí un ser mucho más particular. Estoy deseando conocer nuevas mentes, nuevos lugares y sobre todo, estoy deseando tener un motivo desconocido por el cual levantarme cada día.
Buenos días Madrid, espero que volvamos a vernos.
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